jueves, 9 de febrero de 2012

Lo malo conocido


Sucede que, cuando llegan las olas de frío siberianas, nos aislamos como los iglús. Nos ponemos la camiseta, el jersey, el abrigo, la bufanda-anaconda al cuello y algún que otro gorro. Alcanzamos el diámetro de muñecos de nieve y, sólo entonces, salimos a la calle.
Como hace frío y hay que aumentar el ritmo para entrar en calor, ponemos música. Hombres G en mi caso, Venezia y mucha guasa, y nos subimos al cercanías.
Hoy marcaba el termómetro un par de grados en el centro de Madrid cuando el tren con destino Parla y parada en Las Margaritas ha llegado a Nuevos Ministerios y, con el golpe de calor al entrar, empieza a molestar todo.
Lo bueno que tiene Cercanías -como todo el transporte público- es que durante un rato entras en contacto con gente a la que generalmente no vuelves a recordar, y eso da la opción de observar y escuchar con mayor descaro que cuando te enfrentas a la posibilidad de causar segundas y terceras impresiones.

Por eso hoy, a la altura de Atocha, la realidad ajena se ha hecho presente, de forma más audible y cercana que  entre aceras gélidas:
-Si, mañana dicen que habrá reforma... ¿45 días lo quitan? Pues vaya, que bien que me hayan echado ahora y pueda cobrarlos todavía. Va a ser verdad eso de que no hay mal que por bien no venga.

Es un posible refrán que viene a la mente, otro sería "más vale malo conocido, que bueno por conocer", y eso si que es problema.
Porque conformarse con lo malo no puede ser la primera opción, el tirarse del barco antes de que se hunda, y esperar que nadando sólo a pulso se cruce aunque sea una piscina hinchable. Porque si mañana la reforma laboral resulta ser tan violenta como la pinta De Guindos, la respuesta no puede -no debe- ser una risa al teléfono y celebrar que estás en la calle, aún con una indemnización. Porque alegrarse por no tener trabajo se está convirtiendo, al menos hoy, en algo natural en España a la espera de lo que conozcamos mañana.

Eso es lo malo conocido, que veamos como positivo cualquier elemento que no sea completamente negro, aunque se vaya oscureciendo cada vez más día a día.

1 comentario:

  1. Qué recuerdos ese "tren con destino Parla y parada en Las Margaritas" :)
    Estoy contigo en la crítica a la actitud conformista. La resignación es la "prima fea" del optimismo, pero cada vez son menos los que rechazan bailar con ella.
    En fin, a ver que pasa con la famosa reforma. Pero a mí lo de "en muchos países europeos funcionan así" no me convence.

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